sábado, 3 de mayo de 2008

El fruto del esfuerzo vecinal.



El encomiable trabajo de los vecinos y la colaboración institucional ha hecho posible la restauración de la ermita de Villagustos del siglo X.


Se nota al llegar a Castrillo de Onielo y al encontrarse con los restos de muralla y arcos de entrada que dan la bienvenida que sus calles y rincones guardan un pasado de muchos siglos atrás. Este lugar fue un castro, una fortaleza, antes que un pueblo como tal. Y uno de los vestigios de ese pasado es la ermita de Villagustos, del siglo X, que acoge en su interior a la Virgen del mismo nombre, imagen que fue tallada en el siglo XII. Esta ermita es el único resto que perdura de dos poblados ya desaparecidos que pertenecieron a la villa de Castrillo de Onielo. Eran Santiago Sombrión y Villagustión, donde se asentaba la ermita. Y allí, todos los años, coincidiendo con las letanías de la Ascensión, se celebra la fiesta de Nuestra Señora de Villagustos. Aunque este año va a ser una conmemoración mucho más especial. Todo se debe a la reforma realizada tanto en la propia ermita como en sus aledaños, lo que le ha dado una nueva cara. Aún así, lo más destacado es que esta restauración ha sido posible, fundamentalmente, al trabajo de los vecinos de Castrillo de Onielo, que han logrado que las obras hayan llegado a buen término mucho antes de lo que hubiera sido posible sin su colaboración. Por todo ello, los castrilleros se encuentran orgullosos de su empeño y del resultado que ya se puede contemplar. Una labor que ha contribuido a reverdecer la piedra del templo y a reformar el suelo, el coro, la sacristía y el altar. Asimismo, se ha recuperado el pórtico de entrada, se ha reformado el tejado y se han acondicionado los entornos de la ermita, cuya pradera se ha dotado de un sistema de riego automático, una fuente y unas barbacoas. La nueva imagen de la ermita, realzada también con unas extraordinarias vidrieras, ha sido posible gracias a la financiación vecinal e institucional. La Junta de Castilla y León ha aportado 60.000 euros; la Diputación, 6.000; Caja España, 5.000; y el pueblo, otra importante cantidad que roza los 20.000 euros. Por otro lado, el Ayuntamiento también tiene en mente el acondicionamiento de los entornos de las bodegas. Es otra de las señas de identidad de Castrillo, ya que antaño el campo que rodeaba el pueblo estaba lleno de viñedos, desaparecidos debido a una enfermedad que secaba el racimo y sus apreciadas uvas. Lo que sí quedan son los lagares y el buen vino de la tierra que sigue elaborándose. Y también sólo por degustarlo merece la pena acercarse a Castrillo de Onielo.

Fuente: El Norte de Castilla

No hay comentarios: